jueves, febrero 23, 2006

Editores...

¿Alguien recuerda el nombre del editor de Cervantes? ¿Del editor de Shakespeare? ¿De los editores de Sor Juana Inés de la Cruz, de Quevedo, de Juan Boscán? ¿Quién editó por vez primera a Efrén Rebolledo, a Octavio Paz, a Carlos Pellicer? ¿Quién apostó por Juan José Arreola, por José Saramago, por Fernando Pessoa? ¿A San Juan de la Cruz? ¿Quién editó por vez primera a Borges?

Lo que no debemos nunca olvidar es cuán poco pesa quién los haya editado, lo clave es su obra. En la edición, lo fundamental es la obra, incluso por encima del propio autor, pero eso no significa nada importante, como tampoco dónde compramos un libro para evaluar su calidad.

Lo grave es cuando no hay suficientes editores ni suficientes librerías. Grave para la cultura, desde luego.

Seamos honesto, dentro de 200 años no se recordará a ningún editor actual, como no recordamos ahora a ninguno de hace 200 años, y se recordarán a muy pocos, pero realmente a muy pocos autores. Las obras fundamentales son unas cuantas cada siglo y, al parecer, hay siglos hueros. Hace falta recordarlo ahora que tantos autores se sienten fundamentales y hay editores que creen estar escribiendo una novela con su catálogo...

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