sábado, abril 29, 2006

Tratos preferenciales

La comercialización de libros por medio de una oferta creciente de descuentos está tan extendida en México que ya nadie repara en ella. Ante la falta de librerías, proliferan las ferias. Ante la abundancia española, proliferan los saldos. Las misma editoriales, los mismos títulos en casi todas las librerías, desde Educal y el FCE hasta Gandhi y Sanborns. Ante la presión por bajar los precios (pues la calidad cultural de un país se puede medir bien, de modo inverso, por la cantidad de liberías de usado que tiene) y la imposibilidad de lograrlo con la guerra de descuentos, se llega al precio único, que nunca hubiera logrado consenso sin el apoyo de los cuatro grupos mayores (Planeta, Random House-Mondadori, Alfaguara, Oceano). Mesas completas de sus libros de bolsillo, de todos los grupos, llenan las librerías estatales y privadas. Pero este acuerdo legal, ya no de caballeros, como fue el primero en Inglaterra, será benéfico, pues obligará a cambiar esa práctica nefasta de descuentos crecientes.

Claro, no se podrá otorgar descuentos en las ferias de libros, ya no podrán hacerse descuentos a los estudiantes, maestros y sindicalizados, ya no habrá descuentos para los de casa. Y entonces ya piden trato preferencial los editores universitarios, quienes, precisamente, han hecho tanto por matar a las pequeñas liberías y distribuidoras. Al otorgar descuentos del 60% a sus estudiantes y ofrecer el 30% en compras en firme a las librerías ¿qué estudiante compraría en alguna librería distinta a la universitara? Claro, en las librerías de otras ciudades esos libros nunca llegan, pues ni siquiera los surten.

Todos recordamos con humor el librero de “agotados” de la antigua libería universitaria de CU. Cuando el dependiente decía: ”está agotado”, debíamos buscar en el mentado libero.

Y florecerá el mercado por internet, tan descuidado en México, pues conseguir de pronto un libro es tarea titánica.

Sospecho, también, que ciertas librerías están felices pues creen que el descuento otorgado a ellas por parte de las editoriales no variará.

Aunque lo más lamentable es que, a pregunta expresa realizada con los jefes de compras de distintas librerías, excepto en un caso, las liberías no tienen planes reales de cambio para ofrecer mejor servicios. Desaparecerán algunas librerías, desde luego que desaparecerán, si no lograr cambiar radicalmente sus prácticas, no importa su tamaño. Florecerán otras.

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