martes, agosto 08, 2006

Ediciones

Hablaba hace poco de las bitácoras y el dinero. Lo interesante de lo que sucede con las bitácoras, y con internet toda, es que repite mucho de lo que sucedió con la edición y la escritura en el siglo veinte, pero a velocidad de rayo.

Al menos tres posiciones se enfrentaron en los inicios del veinte. La edición edificante, digamos, aquello hecha para cultuvar, adoctrinar o mejorar de alguna manera al lector. Izquierdas y derechas usaron y abusaron de ella. Junto a ella, la literatura como medio para educar y los realismos socialistas y la literatura aria, por mencionar dos ejemplos señalados.

Por otra parte, la edición comercial, cuyo propósito y fin era llegar a cuanto mayor número de lectores fuera posible y obtener, por ello, la mayor cantidad de dinero al hacerlo. Es la edición imperante hoy en día. La novela, su mayor expresión.

Por último, la edición estética, aquella que evalúa con criterios estéticos las obras y publica aquello acorde a esa estética o a esa idea de estética. Las marginales o pequeñas. La escritura experimental.

Panegíricos, novelas y poemas, digamos.

Ganará lo comercial, ni duda me cabe.

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