lunes, enero 26, 2009

El casino, la soledad y la lectura

La industria editorial se ha desvanecido, ha perdido su razón de ser, nos dice Jacob Epstein, al ceder todo su contenido al comercio. A la industria editorial, curioso, la está matando sus propios libros. Pues, según nos cuenta en Autopsia de la industria editorial la historia es sencilla: al migrar la ciudad a los suburbios, las librerías, como habían existido por algunos siglos, desaparecieron, para convertirse en otra cosa: tiendas departamentales, mejor, tiendas de novedades. [Resumo, digamos, llevando agua a mi molino :)] El catálogo desapareció entonces, y con su desaparición la industria del libro se puso de cabeza, sigo trasliterando, de una industria de ganancias modestas de cincuenta y tantas empresas dependientes de su catálogo histórico a un juego de ruleta en el cual los agentes y los autores son dueños del casino y, por ello, el editor nunca puede ganar. Todo lo cual nos lleva al absurdo, termina Epstein, de volver al editor siervo nada feliz del autor y, en el extremo, siervo que debe pagar a su amo para servir. Epstein concluye lo que muchos también hacemos: olvidémonos de los muchos libros editados antes, démosle el control total de esa industria editorial a los autores y sus agentes, y dediquémonos a editar los libros fundamentales en tiraje pequeño o bajo pedido. La razón es muy simple, esa industria no tiene futuro.

De pronto, además, llego al siguiente artículo de Robert Darnton, Google y el futuro de los libros, y queda claro que creamos como sociedad un monstruo. Debemos ofrecer acceso gratuito a los libros, sin que ese acceso esté mediado por Google, por la simple y sencilla razón de que Google es una empresa y una empresa busca ganar dinero. No podemos volver a ceder al comercio el contenido de los libros, así de sencillo.

Y termino con una reflexión interesante: hemos perdido la soledad, no sabemos ya, como sociedad, estar solos. La nueva generación ni siquiera concibe la soledad. ¿para qué alguien querría estar solo?, pregunta un adolescente. La reflexión de William Deresiewicz, El fin de la soledad. Claro, si no podemos estar solos no podemos leer.

Y somos rebaño, como decía Sherlock Holmes: Mientras cada individuo puede ser un enigma insoluble, un conjunto de ellos se comporta con exactitud matemática. [vía Microsiervos] Lo que explica la mercadotecnia y las dictaduras... y también el futuro de la industria editorial :)

PD. Y los artículos vía Artes, letras y días, como me gusta traducir, mal, desde luego...

sábado, enero 24, 2009

La publicación institucional y el acceso libre

Claro, el acceso libre (open access). Llevo algunos pocos años dándole vueltas, por medio de muchas y muchas y muchas solicitudes de información y otros no pocos recursos de revisión, al asunto de la administración cultural, digamos, en México. ¿Debe el Fondo de Cultura Económica seguir la senda de las editoriales privadas?, ¿debe el Colegio de México ocultar o reservar su información financiera, como si fuese una empresa privada?, ¿debe el Conaculta tener como única vía de salida de sus libros a Educal? Ni el Fondo de Cultura Económica, ni el Colmex, ni Educal ni Conaculta están hechos para ganar dinero, tampoco para gastarlo irresponsablemente (el equivalente a perderlo). Entonces, ¿por qué ninguna de esas instituciones está a la vanguardia en cuanto al libro y sus variantes? ¿No deberían ensayar e imaginar nuevas maneras de distribuir lo que dicen los libros (y otras muchas cosas, pero me centro por interés propio en los libros)? Un ejemplo: las obras completas de Guillermo Prieto. Es defícil conseguirlas hoy día, de hecho las han ido saldando al paso de los últimos años. Con todo, no están disponibles en la red, ni como libro electrónico, ni como de acceso libre, ni siquiera en Google donde, el colmo, lo que existe procede de la Universidad de Michigan...

Sus venas comprendieron

Leo en una nota: La paciente tuvo ... comprensión en los vasos sanguíneos periféricos...

jueves, enero 22, 2009

Cultura y mercado en las ediciones digitales

Veo dos maneras distintas de entender, de vivir, incluso, las ediciones digitales, sea impresión bajo demanda o de tirajes pequeños, una, sea libros electrónicos, otra. Digamos, a través de impresión de tiraje pequeño (tan pequeño como uno solo) o de archivos digitales para lectores digitales (computadoras, teléfonos, artilugios creados para ello y las variantes que vengan). Las dos maneras tienen que ver con el mercado, desde luego, esa institución tan civilizadora y tan barbarizadora, tan creativa y tan destructiva. Los hay quienes ven en las ediciones digitales una manera de ganar más dinero, es decir, de ampliar mercado y lograr una mayor penetración en el mismo, tan gráficos en sus propósitos. Otros, por el contrario, ven en las ediciones digitales una forma de liberarse de las limitaciones del mercado. La vieja diferencia, pues, entre fondo y forma. Para unos, lo importantes es que los libros (forma) puedan llegar a otros consumidores por otros medios, o puedan conservar consumidores por otros medios. Para otros, lo importante es que lo dicho por los libros (fondo) pueda llegar a más lectores, independientemente de las cadenas normales de distribución de los mercados, valga, que no sea necesario comprar un ejemplar ni pedirlo prestado a la biblioteca para leerlo.

Para unos, forma nueva de comercio. Para otros, nueva forma de conversación. La tensión, si la trasladamos a los autores, entre fama y reconocimiento, es decir, entre número de ejemplares vendidos y número de lectores. Mejor, entre cultura y espectáculo. (¿Cronopios y famas?)

Edición comercial y edición abierta parece ser la nueva diferencia, ya no edición comercial y edición independiente. Me aclara bastantes cosas. La edición académica debe ser abierta, pues intenta difundir el conocimiento. Las bibliotecas deben volverse editoriales abiertas (algunas ya lo hacen, y muy bien, como la Biblioteca Nacional de Francia, que surte sin problemas las páginas del libro que uno quiera o el libro completo en gallica Idiota de mí, pensé que la Bibliotecota, la Vasconcelos, sería una editora abierta para toda la red nacional de bibliotecas, y en verdad me entusiasmé. Ahora me queda claro que es un bodriote). Anagrama, por poner un ejemplo, pese a independiente, queda claro que es comercial, sin más, lo que se vuelve obvio a partir de que no permite leer ninguno de sus libros si no se le paga.

El expediente de poner a la vista los libros en Google es, entonces, una simple pose, es un anuncio, pues, es otra manera de hacer dinero, sea para la editorial (sólo para las grandes, en verdad) o sea para Google. Es como decir: dejo leer a cualquiera mis libros en las bibliotecas públicas. La editorial no hizo nada, pues la biblioteca le pagó el ejemplar o lo compró en librería. En Google uno les manda el libro, o lo toman de una biblioteca, y cualquiera lo puede leer en Google con ciertas restricciones, claro, de derechos de autor. Los libros antiguos en Google sí son edición abierta, ¡lo que convierte a Google en editor!

Queda claro entonces el asunto de los derechos de autor. Para unos lo importante es que sólo unos pocos ganen dinero, es decir, los editores y autores. Para otros es que quien quiera que gane dinero de un porcentaje. En un caso se busca controlar quién edita una obra: desde luego las nuevas, digamos Harry Potter, luego las heredadas que circulan, digamos Juan Rulfo, y por último las heredadas sin presencia, digamos Cansinos Assens. En el caso de Harry Potter el negocio es controlar quién edita, dónde edita y en qué idioma, todo el negocio depende de controlar esos derechos, y quién puede hacer una película, etc. En el caso de Juan Rulfo, también, pues se venden muchos ejemplares, por ello los herederos han pedido mayores adelantos para publicar la obra, que dejo de editar el Fondo de Cultura Económica para pasar a Planeta y luego a no sé quién, y edita otros en bolsillo, como Anagrama. Controlar quién edita amplía las ganancias. Cansinos Assens, quien escribió y editó tanto, es el otro extremo. Cuando se pide permiso de hacer ediciones de tirajes reducidos lo niega, pues quiere vender los derechos a editoriales grandes con mayores tirajes. Cansinos desaparece y sus lectores se refugian en las librerías de viejo. Control que desvanece la obra cada día más.

Y, para otros más, edición abierta y edición comercial pueden convivir por medio de las ediciones digitales, lo mejor de ambos mundos, como dice re.press, en cuyo proyecto se ve reflejado tan bien los anteriores temas. Edición comercial, para poder entrar a la maraña de la distribución tradicional (vender ejemplares en librerías) y edición abierta para darle la mayor salida posible al pensamiento que se encuentra en los libros. Apuesta interesantísima, que quizá debiera copiarse más.

domingo, enero 18, 2009

Método para leer 462 libros en un año

When Sarah Weinman, who writes our Dark Passages column, tweeted that she'd read 462 books in 2008, I thought it had to be a typo. Maybe she meant 46? 62? Either of those, about a book a week, would be respectable. But no, she really did read the impossible-sounding 462 books in 2008. Those 462 books marked a personal record -- she's been keeping a formal list since 2005. Below, she explains what it's like to be a super-speedy reader. [completo] Su página personal.

La velocidad, siempre la velocidad...

viernes, enero 16, 2009

Diseño tipográfico, 1865

Diseño tipográfico, 1865, vía el siguiente blog:


miércoles, enero 14, 2009

Dos libros por sus portadas



Lo confienso, compré los ambos libros por sus portadas, e incluso por subasta (ebay, qué hacerle). Se encontraban en una amplia oferta de libros de la vanguardia checa. Ambos dos no tuvieron ofertas distinta a la mía. Así, pues, lo confienso, los compré por sus portadas, pues no entiendo palabra alguna de checo...

martes, enero 13, 2009

Otras portadas

Llego a The book cover archive [vía Fantástica].




A mí, en lo personal y en lo profesional, no me molesta lo minimalista, lo sobrio, lo casi inexistente. No veo, por ejemplo, problema alguno con las portadas de los sepancuántos de Porrúa, pues cumplen con su propósito. Claro, las buenas portadas son agradecibles, pero no son el fin. El problema es olvidar el carácter parasitario de la portada, el carácter funcional del diseño. Y su costo. El medio editorial anglosajón puede, cómodamente, gastar más en portadas pues vende mucho más que el medio hispanohablante. También puede gastar más en diseño de interiores y en cuidado tipográfico y editorial. ¿Cuánto gastar en una portada para un libro que venderá, cuando más, 300 ejemplares en tres años? No mucho. Si revisamos los mejores diseños norteamericanos veremos que muchos son hechos para editoriales universitarias, lo que no sucede en hispanoamérica. Todo, con todo, se ciñe a la decisión. Muchas portadas no se deciden, se incurre en ellas. Otras, como las enfermedades, se contraen.

Pregúntenle a cualquier lector y nadie confesará haber comprado un libro por su portada...

domingo, enero 11, 2009

Portadas de Daniel Gil

Vía Libro de notas [saludos] llego a la siguiente colección de portadas de Daniel Gil, sinónimo de diseño...


miércoles, enero 07, 2009

Es más fácil editar, que vender...

Ahora que nace Páramos ediciones [que su camino siempre sea sonriente] recuerdo algunas otras nacidas hace poco, o no tanto, digamos que en los dos miles, como El billar de lucrecia [que su senda se llene siempre de flores], Compañía [que no reciban demasiados manuscritos no solicitados], Tumbona [que siempre encuentren una tal para el descanso] y corroboro lo que ya sabemos: es más fácil editar, que vender, pues por cada muchas editoriales nace una librería de vez en vez y, a cambio, mueren varias. Larga vida a todas ellas, y a nosotros mismos, desde luego.

Y salta el gusto por las notas de prensa. Las presentaciones, se supone, sirven para que haya prensa y la prensa habida para la venta. Lo importante es medir cuánto en realidad sirven y funcionan. Y, para ello, hay que hacer números, sumas y restas, para empezar. Pues si se imprime el mismo número de ejempalres de la primera edición de todos los títulos de una editorial es que nadie hace números, así de sencillo. Y parece un secreto de estado: el negocio es reimprimir, y casi no veo reimpresiones en las editoriales nuevas ni en las independientes no tan nuevas.

Peleamos los mismos centímetros cuadrados en las mismas mesas de las mismas librerías, así de sencillo y así de terrible. Felicitémonos entonces...

martes, enero 06, 2009

Lecturas...

Casi todos los libros que estimo, y absolutamente todos los que me han servido de algo, son libros de lectura difícil.

Paul Valéry

Todo libro que leo, sea de prosa o verso, de pensamiento o emoción, sea un estudio sobre la cuarta dimensión o una novela policíaca, es, en el momento que lo leo, la única cosa que he leído.

Fernando Pessoa

lunes, enero 05, 2009

Los elementos del estilo tipográfico


Sobra decir que ninguna lista de lo mejor y lo peor del año fenecido incluyó Los elementos del estilo tipográfico, libro absoluto si lo hay, pues quiere ser una totalidad sobre su materia y termina convertido en una moral. Se deja ver desde el formato mismo, que violenta la colección donde se le edita ahora traducido, hasta ciertas notas al margen, la falta de universalidad de las propuestas. Y esa falta de universalidad lo vuelve absoluto por moral. Caprichoso en muchos casos, obsceno en otros (casi gritan algunas notas al margen: así no se puede en español). Moral pues toda estética es moral, la belleza, a la que aspira la tipografía, es un asunto más de bonhomía que de economía o, si a esas vamos, de industria o destreza. La tipografía debiera ser, ay!, una disciplina empírica (ya avanza, pues avanza el estudio de cómo leemos), pero todavía no lo es. Empírica por artesanal. Por todo ello, precisamente, el libro es magnífico, absoluto, insisto, primero porque el autor no tiene miedo de decir lo que realmente piensa, lo cual se agradece en un manual. (Como los libros de Tufte, maravillosos, absolutos y obscenos en su mejores partes). Segundo, porque no teme condenar lo condenable para su punto de vista. Tercero, porque nunca deja de tener argumentos para sus convicciones. Ve la tipografía, lee la tipografía, piensa la tipografía, mide la tipografía, reflexiona la tipografía, lo que se agradece harto. Un tanto demodé, pues la tipografía lo es en ese sentido moral del que hablaba. No entra a la pantalla tipográfica, como casi nadie de quienes se dedican a los libros. Sí cata con perfección la diferencia entre la letra dentro del papel impresa por medio de golpe certero y cierto y la pintada en su rasposa superficie, la cual es de nuestra época. La traducción y adaptación son, a vuela pájaro, exactas. Libro extraordinario, en verdad, que no recibió mención alguna como uno de los mejores libros editados en el 2008 ni merecerá premio alguno al mérito editorial, ni al diseño, ni a nada, pues no tiene monitos ni colores, criterios fundamentales para quienes otorgan los dichos premios. Libro personalísimo, del cual se aprende mucho y bien, pues apuesta por la belleza. Todo manual debiera ser tanto un modo de hacer algo (lo que sea) como una moral de ese hacer algo, pues ese hacer algo debe ser absoluto, como nos recuerda a cada paso Robert Bringhurst. Arte práctico, pues, artesanía, que tan olvidada la tenemos en su sentido vital, moral. Recuerdo el libro de Toshio Odate sobre las herramientas de carpintería japonesas, absoluto, también, y humilde hasta la médula.

El libro de los pasajes

Algo hay de extraño en el precio de los libros. En Gandhi, El libro de los pasajes cuesta 2190 pesos (156 dólares), en el FCE 2031 pesos (145 dólares), aunque en la primera tiene un precio de venta sin descuento de 2920 pesos (208 dólares) y en la segunda de 2859 pesos (204 dólares). Ni siquiera el precio de lista es único, lo que no deja de ser harto curioso. La editorial maneja un precio de lista de 125 dólares (1750 pesos). El mismo libro, mutatis mutandis, en amazon cuesta 25.20 dólares (352 pesos) con gastos de envío a México por mensajería (llega en tres días máximo) de otros 30 dólares. En total, 56 dólares, por redondear, contra 220 dólares (por los gastos de envío).

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